Antes de empezar a escribir esto, permíteme que me presente:
Me llamo Jacobo Marrero Pérez, soy Doctor en biología marina por la Universidad de La Laguna y llevo casi 15 años de mi vida profesional dedicada al estudio del calderón tropical en Canarias. Empecé estudiando su comportamiento acústico, tema sobre el que trató mi Tesis Doctoral, y ahora casi que me dedico a estudiar sus relaciones sociales, su dieta, y todo aquello que me pueda indicar el estado de salud que presenta su población residente en el SW de Tenerife. Además de todo esto, soy patrón profesional, observador pesquero, he navegado por el Índico y gran parte del Atlántico, tengo títulos de todo tipo que me capacitan para realizar todos los trabajos que hago y doy clases en la Universidad sobre: métodos de estudio, especies de Canarias, y anatomía y fisiología de cetáceos. Por si no te parece suficiente titulitis y experiencia, y aunque preferiría no seguir hablando de mi sino de tí, el que ha descrito para la ciencia las señales acústicas que produce tu especie he sido yo. No ha sido el doctor Smith de un país angloxajón adscrito a alguna Universidad con un nombre “supercool”, sino un humilde chico de Candelaria al que le gustaban estos “bichos” y que actualmente está trabajando desde una ONG local en Tenerife: ASOCIACIÓN TONINA.
¿Que por qué decidí quedarme aquí te preguntarás? Pues realmente no lo sé, podría haber emigrado con mi CV a cualquier otro país y desarrollar mi carrera desde allí, con muchísimas mejores opciones de cara a mi futuro profesional de las que tengo aquí en Canarias. Pero decidí quedarme en Tenerife y seguir luchando por conservar algo que considero que es una joya de la naturaleza: los cetáceos del SW de Tenerife. Créeme si te digo que he trabajado en diversos lugares del mundo y no hay nada comparable a lo que tenemos en el SW de Tenerife. En pocos lugares del mundo se puede ver tal cantidad de vida marina como la que se puede ver aquí y mucho menos en cuanto a lo que son cetáceos. Calderones, delfines mulares, diferentes especies de otros delfines (moteados, comunes, listados,…), grandes ballenas y otras especies; son usualmente avistadas. Es un auténtico santuario natural de cetáceos a pocos minutos en barco desde nuestras casas, que debemos conservar a toda costa para las generaciones futuras. El caso es, que desgraciadamente, la presión náutica a las que están sometidos estos animales en nuestra zona turística por excelencia en Tenerife es desmedida y la situación está sin ninguna duda totalmente fuera de control.
¿Cómo compaginar desarrollo turístico y conservación de nuestros recursos naturales?
Pues la solución no va a ser fácil y desde luego habrá voces que se opongan a las medidas que se tomen. Pero lo que es inadmisible, intolerable e insostenible, es que la situación siga como hasta ahora.
Y ahora ya basta hablar de mi y de cómo está la situación, que poco pinto yo en esta historia, toca hablar de ti…
Te puse de nombre HOPE y eras una hembra juvenil preciosa de calderón tropical.
¡Dios que bonita eras!
Fotografía de la cabeza de HOPE (Francis Pérez) y de su aleta dorsal.
Aún no sé cuál va a ser el código que te corresponderá en el catálogo de fotoidentificación que estamos realizando, algo así como: GM_TS_A_JUV… y seguido de un número, pero desgraciadamente, te voy a tener que incluir como fallecida. Y no eres el único juvenil de tu especie que tengo que incluir así en el catálogo. Ya incluí a CUASI como fallecido también y eso que tenía la esperanza de que él sobreviviera, pero parece que no pudo ser y desde el 24/01/2019 ya no se lo volvió a ver con su grupo de nacimiento.
¿Qué cómo puede ser que sepa todo esto?
La respuesta es fácil.
Llevamos ya casi cuatro años colaborando con varias empresas de avistamiento de cetáceos del SW de Tenerife y más que con esas empresas, con las personas que están detrás de ellas. Están Mirna y Laura, Sergio y Nico, Natalia y Toño,… y son muchas otras las personas que están ahí y nos están ayudando. Es una relación de persona a persona, que se ha ido cimentando poco a poco con el paso de los años, en el que creo que todos aprendemos del otro. Es una relación que ha surgido desde la honestidad y el respeto mutuo, y donde todos vamos de la mano por una causa común: la conservación de los cetáceos del SW de Tenerife. No hay instituciones detrás, no hay proyectos europeos, ni de ningún otro tipo que hayan propiciado esto. Sino que somos personas, hablando de tu a tu, confiando los unos en los otros sin medias tintas, las que hemos logrado consolidar una colaboración entre empresarios y científicos como pocas otras veces se ha visto. Y se ha logrado aquí en Canarias. De verdad que a día de hoy, no sé si estamos a la altura de toda la confianza que ha depositado toda esa gente en nosotros y me da pánico pensar que en algún momento podamos llegar a defraudarles.
Es gracias a esta colaboración, que nos enteramos de tu caso HOPE, sino hubiera sido por ellos, no habríamos podido hacer nada por ti… y tu caso, tristemente, ni se hubiera sabido.
Todo sucedió el día 24/03/2019, mientras yo estaba realizando labores de asistencia a la investigación en una campaña de investigación liderada por la Universidad de La Laguna, en la que también participaban otras Universidades extranjeras, de esas con nombres “supercool”.
Pero es mi whatsapp el que suena. El aviso lo emitió Giorgio, de la empresa WHITE TENERIFE y no le puedo estar más agradecido.
“Había un juvenil de calderón tropical herido en la zona, que parecía que estaba llorando”.
¿Qué hacer en un caso así? Es mucha la interpretación libre que se hace de los comportamientos de los animales y uno nunca sabe lo que se puede llegar a encontrar.
«¿Llorando? ¡Vaya! qué raro…» pensé.
Una vez me llega toda la información: vídeos, fotos y sonidos, vía esa app super desarrollada por técnicos a tal efecto (NÓTESE LA IRONÍA), observamos que algo raro pasa y pido permiso para dejar de hacer lo que estaba haciendo y, con los compañeros a bordo: Jesús Alcazar y Alejandro Escánez, acercarme a la zona con el barco de la ULL (PUNTA BALLENA), para poder valorar mejor la situación.
La jefa de campaña me da su permiso y es justo eso lo que hago.
Aprovecho que sé que está Francis Pérez en la zona con su zodiac (FRESQUERA) para avisarlo y pedirle si me podía acompañar para documentar bien el caso. Francis es un fotógrafo profesional con permiso administrativo para poder estar en el agua con cetáceos, actividad que está terminantemente prohibida en nuestro país sin permiso. Y lo que es más importante aún: sin tener una justificación. Él tiene experiencia, tiene las cámaras y equipos necesarios para poder documentar bien un caso así, y quién mejor que él para que nos echara una mano de vernos en la necesidad. Y vaya que si nos hizo falta su ayuda.
El aviso lo recibimos a las 11:54 y llegamos a la zona a las 12:29. Al principio no te encontrábamos HOPE, pero con dos barcos en el agua buscándote y muchos ojos tras tu pista, no tardamos mucho en dar contigo.
Estabas sola y nos acercamos para tomarte fotos que nos sirvieran para identificarte, y a que Francis tomara fotos submarinas del corte que parecía tenías en la aleta caudal. Mucho se ha dicho de lo que pasó ese día, pero yo estaba allí y lo viví. Tu familia no te había abandonado ni mucho menos, sino que estaban allí y tus llamadas los hacían acudir. Ni sé a qué distancia podrían estar los miembros de tu grupo social, no se veía ningún otro animal por ningún lado en el horizonte, pero donde quiera que estuvieran, venían y se ponían junto a ti cuando los llamabas.
«¡GUAU!» pensé. «Cuán fuertes son los lazos familiares que os unen». Una cosa es leerlo en este o aquel artículo científico y otra muy distinta verlo ahí, sucediendo en vivo y en directo.
Me he dejado la vista intentando identificar a los demás miembros de tu grupo social HOPE, gracias a las fotografías de sus aletas dorsales que pudimos tomarles ese día, para tratar así de averiguar si formabas parte de un grupo residente o de un grupo que estaba de paso. Pero no lo he conseguido. Espero que me perdones por ello, pero todos los animales de tu grupo social están muy limpios y casi no tienen marcas que me permitan reconocerlos. Lo siento.
Fotografías de las aletas dorsales de los miembros del grupo de HOPE.
Cuando vemos las fotos que Francis había tomado bajo el agua de ti, se nos rompe el corazón, pero nos queda claro que tienes un corte en la aleta caudal que te impide nadar y que no te va a permitir sobrevivir en esas condiciones. En un primer momento, yo pensé que se trataba del ataque de un tiburón y no de un corte con una hélice, y aún hoy en día, no estoy 100% seguro de nada. He oído todo tipo de opiniones de diferentes profesionales, con muchísima más experiencia que yo en el tema. Y si he de serte sincero HOPE, me dio igual entonces y me sigue dando igual ahora…mi única preocupación eras tú.
¿Qué íbamos a hacer contigo?
Fotografía de Francis Pérez.
Avisamos a diversos técnicos de las administraciones competentes y nos mantenemos a la espera, guardando la distancia pero no perdiéndote de vista. Aprovecho que estoy con el barco de la Universidad de La Laguna para acercarme a las embarcaciones que se te intentan acercar y les pido amablemente que mantengan la distancia. No sé si fue por el logo enorme de la Universidad que lleva el barco en un costado, o por la cara de pocos amigos que nos ven, pero el caso es que consigo que te dejen en paz. Ya vez tú lo poco que pude hacer por ti. Más bien poca cosa. Tanto estudio y tanta leche, para sólo poder hacer eso. Otra vez lo siento.
Tenía claro desde que vi las fotos de Francis, que no ibas a poder sobrevivir en la naturaleza así, pero:
¿Quién soy yo para decidir sobre tu vida o tu muerte?
Vídeo de Francis Pérez.
Hay dos personas ahora mismo en Tenerife que os reconocemos a todos por vuestra aleta dorsal, sabemos quienes sois, con quien vais, si sois habituales o no en el área, y yo a ella sólo la escuchaba con la voz rota en el teléfono, por todo lo que le contaba que te estaba pasando. Ni sé como tuve la cara de pedirle que se mantuviera en “stand by”, atenta al teléfono, por si necesitáramos que saliera con otro barco a asistirnos (DIOMEDEA). Para nosotros dos sois como de la familia. Son muchas las horas dedicadas a mirar fotos y más fotos para identificaros. A ella le he escondido parte de la información que tenía sobre tu caso HOPE. No quería que ella lo viera y se sintiera peor todavía de lo que ya se sentía. Espero que me perdone ella también por haberle ocultado según qué información que tenía, y que sigo teniendo.
Quería salvarte, de veras que sí HOPE. Pero no sabía cómo hacerlo. Si te llevábamos a un muelle o un lugar en la costa donde asistirte, tu grupo social te iba a seguir y hubiéramos provocado un varamiento en masa. Además de que con esa herida, te hubiera hecho falta algún tipo de prótesis que se adaptara a tu crecimiento. Ni siquiera sé si algo así existe. Ya ves, tanto artículo científico, tantos años de experiencia, tantos títulos de capacitación técnica y tantas campañas, y ahí me tenías como un niño chico sin saber muy bien qué hacer.
Fotografía de Francis Pérez.
Los técnicos del centro de recuperación de la Tahonilla vinieron todo la rápido que pudieron, pero a mi aquella espera se me hizo eterna. Sólo podía verte intentando nadar como bien podías. Tus llamadas las podía escuchar desde superficie. ¿Qué estabas haciendo? ¿Intentabas seguir a tu grupo? ¿Los llamabas para que no te dejaran atrás?… No dejabas de darte la vuelta una y otra vez y te acercabas al barco a curiosear. ¿Sabías entonces que sólo queríamos ayudarte? que no éramos ninguna amenaza para ti…
Aquello era una agonía.
Cuando el equipo de técnicos de la Tahonilla llegó, el veterinario responsable valoró tu estado y tomó una decisión que no sé si yo me hubiera atrevido a tomar. Teníamos que tratar de capturarte, para poder así proceder a eutanasiarte y que dejaras de sufrir. Yo es que me quito el sombrero ante la resolución y la seguridad que transmitía Santiago. Y ante su honestidad y humildad también. Compartió sus razones para tomar esa decisión con todos los que estábamos allí y todos nos mostramos de acuerdo con él. Al fin teníamos ahí a alguien que hablaba claro y en plata, y con la autoridad suficiente para hacer algo. Ni me puedo imaginar el marrón que supuso para él tener que tomar aquella decisión, mas con la presión de saber que la historia se había filtrado ya, y que había muchos ojos pendientes de lo que hacíamos.
Ahora bien…teníamos que capturarte…tarea nada fácil…
Tras varios intentos fallidos, casi que perdimos la esperanza de poder lograrlo. Ni teníamos los medios adecuados, ni la experiencia necesaria para saber cómo proceder. ¿Cómo es posible que el centro de recuperación de fauna de La Tahonilla no tuviera una camilla adecuada para poder cogerte? o ¿un rifle para disparar dardos por si no podíamos hacerlo? A mi es que me parece inadmisible que aquello nos pudiera estar pasando. Nuestros técnicos responsables de las asistencias en esos casos, sin medios y sin recursos para poder proceder.
¡Vergonzoso!
Ni sé que fue lo que se me pasó por la cabeza cuando les pedí a los técnicos de la Tahonilla que me dejaran a mi llevar su barco. La experiencia es un punto en estos casos y las dos personas con más experiencia en acercamientos a cetáceos allí éramos Francis y yo. Sólo espero que esos técnicos del Cabildo, profesionales como la copa de un pino donde los haya, me disculpen por ello, pero no se me ocurrió otra cosa que hacer. De verdad que cuando salió de mi boca: “Discúlpame, pero mejor déjame a mi llevar ese barco”, ni me creía lo que estaba haciendo. Era como si estuviera poseído.
Ahora sí, y trabajando todos juntos, con Ale y un técnico de la Tahonilla echando una mano desde el barco de Francis, conseguimos cogerte con una red y procedimos a eutanasiarte.
Fotografía de Francis Pérez.
Te vi rendirte en un primer momento y como tus ojos se cerraban, estando en la red junto a uno de los barcos aún en el agua. Ni sé cuantas inyecciones te había puesto Santiago ya para que te fueras tranquilamente. Las acompañantes de Francis estaban llorando a lagrima viva y yo sólo era capaz de pensar: «Aguanta el tipo Jacobo, tienes que demostrar que eres un profesional, que no se te vea llorar». Pero fue oír a tu grupo social llamándote y te espabilaste. Tuvimos que subirte a bordo de uno de los barcos, como bien pudimos, para que dejaras de oír a tu familia llamándote y que te tranquilizaras, y tu cabeza acabó junto a mis pies.
Fotografía de Francis Pérez.
Ahí fue cuando me rompí y no pude aguantar más.
Empecé a llorar yo también. Intenté disimularlo todo lo que pude, pero no sé si se me llegó a notar. Sólo pude quitarte la red de la boca y acariciarte la cabeza, tratando, quizás en vano, de que te tranquilizaras y te fueras lo más apaciblemente posible. Sólo podía pensar: “Vete ya, vete ya…deja de sufrir ya y vete…”.
Eras un animal precioso. De pensar tan sólo que habíamos tenido que eutanasiarte, es que no podía soportarlo. Que pequeño, que impotente y que inútil me sentí en aquel momento. Ni publicaciones científicas, ni informes técnicos, ni experiencia de ningún tipo me habían servido para poder salvarte. Sólo podía llorar y yo no soy de lágrima fácil.
«…por favor vete, vete ya…lo siento…». Era lo único que podía pensar.
«…lo siento muchísimo».
Sólo espero que puedas perdonarme. De verdad que siento en el alma todo lo que te pasó. Si no supimos actuar mejor y con mayor profesionalidad de cómo lo hicimos. Pero hicimos todo lo que estuvo en nuestras manos por que te fueras lo más plácidamente posible. Creo sinceramente, que de la nada, sin medios ningunos y sin apoyos institucionales de ningún tipo, se formó el mejor equipo de asistencia técnica para poder asistir a un cetáceo herido que te podía haber asistido en alta mar en Tenerife. Y vaya que si lo hicimos. Pudimos asistirte y no dejarte ahí a tu suerte, para que fueras devorada por algún depredador y sufriendo quién sabe por cuánto tiempo más.
Pero yo sigo roto por lo que te pasó.
Te fallé y eso no me lo perdono.
Te fallé, por haber dejado que surgieran voces que cuestionaban nuestro estudio sobre el estrés que padece tu especie en el SW de Tenerife. Te fallé por miedo a no enfrentarme a todos aquellos que nos criticaban sin haberse leído siquiera el estudio. Te fallé por no insistir y seguir insistiendo hasta desfallecer, para que se pusiera vigilancia en la zona y se tomaran medidas urgentes; así tuviera que encararme con las propias administraciones que me financiaban y a cuantos políticos y técnicos me tuviera que enfrentar. Lo siento, no tuve el valor necesario.
Te fallé, por no conseguir que nos dejáramos todos los investigadores que nos dedicamos a esto de ostias, dejándonos de mirarnos el ombligo de una maldita vez, y que fuéramos todos a una para evitar que tuvieras que sufrir tal agonía. Y te sigo fallando, por no conseguir que nos sentemos ahora en una mesa a discutir sobre cómo crear equipos como éste que se formó de la nada ese día para asistirte, por si volviera a darse el caso, utilizando todos los medios disponibles a nuestro alcance…
Son tantas cosas en las que te he fallado… y te sigo fallando HOPE.
Sólo espero que donde quiera que estés, tú puedas perdonarme, porque yo no lo hago.
Tú nombre es HOPE, que significa “Esperanza”…y yo no te olvido. Eres la esperanza de que se haga algo de una vez por todas en el SW de Tenerife. Y no cualquier cosa para salir del paso. No, no, de eso nada. Tienen que ser medidas efectivas y que sirvan de verdad para protegeros.
Sólo espero que tu muerte no haya sido en vano.